Antes de despedir la ciudad pasamos por un desfile que inauguraba una muestra artística.
El desfile se ve entorpecido cuando a una chica se le rompe el taco de uno de sus zapatos que elevaba toda su preciosa figura hasta caer torpemente en el suelo.
Como si pudiese leer mi pensamiento un ojo suyo lanzo una mirada macabra.
El mundo ya no lo percibía de la misma manera,
ahora cargaba con un peso que no quería ni siquiera suponer en pensamientos que era.
¿Como describir el vacío?
Algo había sido sustituido.
Toda paz fue disminuyendo a medida que mis latidos aumentaban.
Es desconcertante lo que puede llegar a decir un corazón nervioso.
Una chica que me observaba desde lejos se dirige a mi con toda dirección para depositar un mensaje:
"Te han maldito."
Ella dice muy tranquila y, al mismo tiempo,
con un poco de impaciencia por venderme la cura:
Nos lleva a un puesto, un stand de una feria.
Se especializaban en "pasta casera"; Una pasta dulce que se come sin cocción.
"Esta es la cura para tu maldición"
Vos compras un paquete de tallarines naranjas para llevar a casa,
yo me conformo con lo que probé de muestra.
Es que seamos sinceros: ¿quien no dudaría de la efectividad de tales tallarines?
Todo Encanto hecho por una modelo enfurecida no debería tomarse a la ligera.
Antes de partir encuentro, entre un grupito de niños dibujando, a una querida amiga;
Patricia estaba pintando con lapices y crayones su ultima serie.
¿Que te parecen Fede? Me pregunta orgullosa contemplándose a si misma.
Le sonrío;
Pato, no sabes como te extraño así:
toda inocente y con tu abrumadora auto confianza.
Un beso como "esos besos" y un abrazo "de esos" nos junta y nos despide.
Nos vamos, ya hubo suficiente cuidad.
Había una nueva dirección, un lugar para descansar.
El camino era una autopista que se presentaba vacía para tu deleite; Apretás el acelerador;
Es una pista para correr, para hacer piruetas. Muy similar a las pistas de Hotwheels.
Estoy completamente asombrado de esto, seguramente debe de haber un presupuesto inmenso para llevar a cabo tales estructuras. Y con toda esta velocidad desafiar la gravedad deja de ser algo sorprendente. Lo sorprendente es la velocidad.
La velocidad, es la clave. Y cuando siento esto nos detenemos en el camino un poco antes de llegar a un puente. Y desde la ventana presenciamos una historia y esas mismas ventanas se vuelven una pantalla que encuadra una leyenda:
A un lado del puente se encuentra un hombre mapuche sentado en una roca;
Mira sin pausa ni pestañeo a una mujer mapuche que le responde con la misma serenidad.
Él esta por ella como ella por él.
Si se para ella se desvanece.
Si se para él se desvanece.
Un puente los une y un río los separa.
Desde lejos los veo a los dos irse desvaneciendo a los lados del puente.
Para reaparecer en el cielo dibujados como nubes. El hombre, ahora con un gorro y algo así como un poncho, la mujer con otra vestimenta tradicional con colores blancos como la nieve. Desde sus cabezas hay una punta que se va expandiendo hacia abajo y sus vestimentas cubren el piso y pinchan el cielo con dos formas triagulares.
Y así se transforman en dos montañas separadas por un río y unidas por un puente;
Un puente que nos había compartido un muy antiguo amor secreto.
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