Sabía que la mesa redonda concentraba en su mármol las peores energías
de las veces que jugamos a la ouija. Ahora, en otro juego, uno como
el DIABLO, se manifestaba dentro de
los limites de la mesa a un héroe aparentemente solo y seguido por
un par de sombras.
Quería grabar la partida pero no sabía como; la
escena no estaba vinculada a ninguna plataforma aunque el héroe se
inquietaba a mi voluntad.
Las sombras, en un parpadeo, eran orugas
viscosas y malintencionadas. Y así, con cada parpadeo, se transformaban
en un par de insectos arácnidos con cuernos...
Yo intentaba encontrar el
cursor para poder seleccionar un ataque y lo único que pude hacer fue
voltear a uno de los bichos con mi mano.
La enfurecí. Era la hembra; que
me insulta en todos los idiomas de todos los tiempos. El macho se
ocultaba entre los papeles y solo se reflejaban sus colmillos blancos
desde las sombras.
Un momento de claridad: Si la puedo tocar la puedo
lastimar...
La golpeo tirándola de la mesa. Ella, en su rabia, desde sus
entrañas envuelve toda la habitación en una húmeda telaraña para
situarse en el centro de la misma, colgando como un candelabro
macabro...
"Soy la madre de todos los males, y de mi sale cada demonio"
Desde el miedo, odio las arañas; esas de ojos al frente, peludas,
inquietas...
Solo quiero eliminarla del momento. Tomo dos papeles de la
mesa, uno en cada mano para reventarla en el aire donde colgaba. Siento
su espesor, todo su volumen, pelo y textura a través del papel... No
estaba preparado para matar algo tan vivo. Pero ella si. Me muerde y
despierto de un grito.
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