martes, 26 de diciembre de 2006
El Laberinto de Mirta
Algo poco común sucedía en la casa de Mirta: La familia reunida la acompañaba.
Ella estaba carisbaja, sentada en una de las puntas de su cama, y cerca, donde sería el living, se juntaban algunos para mimar el cuerpo maltratado de una niña.
Yo no podía distinguir si estaba viva, tampoco quise preguntar.
El aire ya daba una respuesta con su perfume de rencor y culpa.
Recuerdo haberme perdido en ese lugar tan chico intentando encontrar la salida; cada vez que volvía a una habitación conocida algo cambiaba, se vaciaba, una personalidad de la casa moría.
Creí que entre las paredes desnudas me iba a ser mas fácil encontrar la salida...
Y así encontré un pasillo nuevo.
Al final de este una Puerta, y a su lado, haciendo custodia, un gato.
Lo acaricio, es suave, pero no tanto como mi gato, algo no funcionaba, sus dientes lastimaban.
Así supe que no me dejaría marchar.
Por ese pasillo y rodeándome, aparecen dos gatos mas con la misma agresividad patotera.
Me vuelvo al apartamento, siento que hay algo que tengo que ver.
Uno de los gatos me lo confirma diciendo:
"No te podes ir, hay algo que tenes que ver".
Es así como vuelvo al comienzo, donde en un cuarto casi vacío sobre una cama sin colchón esta Mirta, acompañada por ultima vez por quienes querían hacerla entrar en razón que ya no podía vivir sola.
"No la dejes" Dice una voz de gato...
¿Basta solo una niña casi muerta para decidir esto?
Y así internaron a Mirta.
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