Todavía no amanecía; la oscuridad de la casa era como caminar imaginando la silueta de las cosas con las chispas de luz que aparecen con los ojos cerrados. En la cocina estaba mamá y me contaba sobre la visita a una doctora y un encuentro con conocidas de nombres impronunciables que ya no se usan. Ellas le dieron una pista para conocer uno de los fantasmas que habitan en la casa. Cuando lo mencionó apareció una sombra sentaba sobre el mármol de la cocina. Detectó su presencia por su olor. “Hay olor a radiología Fede...” Fui a buscarlo, quizas era la humedad de las paredes, las ventanas cerradas por el interminable cambio de temperatura, el perfume a encierro del inadaptado.
Despierto: Optimus moría otra vez... Su torso se arrastraba con el pecho abierto hasta llegar a una guerrera caída. Le pregunta su nombre (Zone) y, cuando responde con el ultimo chasquido de su chispa, sus costillas van cerrándose hasta adaptarse al cuerpo de ella para fundirse y transformarse en algo nuevo. El molde estaba desbordado; la forma todavía estaba por verse.
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