Ya que rodrigo es ahora vecino me paso a buscar con viejos amigos para
recorrer el barrio. La noche de verano se presentaba ideal para
descubrir calles desconocidas que solo aparecen en sueños. "Nunca había
estado acá." Le digo mientras aprecio una esquina con arboles
fantásticos en una calle llena de vida nocturna. Nos abrazamos y,
desafiando la gravedad, vamos saltando entre cientos de vagabundos que
estaban durmiendo en el suelo. Decidimos ir a comer. No había lugar en
el restaurant pero, de todas formas,
Rodrigo tenia contacto con el dueño. Hacen una mesa solo para nosotros
donde también nos acompaña el dueño, un veterano que disfrutaba comer.
Dame lo que tengas. Dice Rodrigo, que junta nuestro dinero. El dueño
mira como si fuese muy poco. "1000 pesos es lo que tengo. ¿Para que es
esto?" "Tu amigo quiere algo especial y eso es lo que les voy a
preparar." Dice el dueño mientras hace una espiral con un resto de
salsa.
Reconozco unas chicas que están afuera, y desafiando la
gravedad salto a la calle. Me reciben con abrazos y sonrisas mientras
que se encargan de un tour nocturno para ancianos con insomnio.
Sonrío
sin entender porque me alejo de quienes se alegran de verme.
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