Aparentemente yo era Ken Cosgrove.
Iba junto a un cliente a una reunión
de negocios a un café mega cheto. Le mencionaba que no me interesaba
comer ahí. Vino la encargada junto a una moza para ver que íbamos a
ordenar. Le dije claramente que no quería nada del menú, solo quizás,
que la moza se sentara con nosotros. Ella accede. La encargada enfurece
con insultos, la chica renuncia justo cuando recibimos un llamado y
tenemos que volver a la oficina. Lo siento, otra vez sera. Nos
alejamos de una mesa donde queda ella sola.
En la agencia, Peggy,
reposaba en su escritorio esperando un llamado. Hacia muchisimo calor,
era tan desesperante que yo andaba en calzones slip blancos. Me noto mas
panzón, y suspiro a la vida de casado. Trato de prender el aire
acondicionado de Peggy pero este hace cortocircuito, ahora hace mas
calor aun.
Estoy desesperado, las secretarias tratan de respetar mi
ansiedad y el loco momento de calor. Estoy perdiendo la cordura, me esta
matando el calor. Corro a una habitación distante, tiene un sendero de
pasto que da a una ventana justo en la esquina. Esa ventana es un cuadro
al cielo, ¿es un espejo también?
Me quiebro, caigo de rodillas, y lloro.
Veo los impecables zapatos de quien supongo es Pete, quien me dice que
un tercio de nosotros, los argentinos, somos así. ¿Infeliz? ¡Yo no soy
argentino Pete!
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