lunes, 21 de marzo de 2011

Amaneciendo.




El retorno a casa, siempre, hasta con mínima conciencia,
nos acompaña con una reflexión.

Algunos rompíamos el silencio en dúos de charlas.

¿De donde volvíamos?
¿Era una continuación del cumpleaños del Fede?
¿O el momento final de una fiesta de Bellas Artes?
La calle Martí me daba una respuesta lógica.

A unos metros atrás una pareja de amigos juega con palabras para ver si se continua el encanto magico que vivieron en la noche.
Buscando la oportunidad para ganar un beso.
Cuando la luz aparece es un riesgo para todos.
La chispa del amor puede ser abrumada por la luz del sol.
Si algo no esta claro él te lo hace ver.

Que gran excusa el sol.
Me detengo y pienso que solo creo en lo inevitable.

Viki aparece a mi derecha. Esta afectada por el bajón de la madrugada.
Sonrie con ese gesto que tiene característico; un algo así como: "mira lo que tengo".
Saca un par de alfajores de su cartera y me convida con uno.
Las tapas son duras, coloreadas de negro como un chocolate amargo.
El interior es un mousse espumoso y pálido.

Si, ya se, parecería ser una galletita mas que un alfajor. Así era.

Cada uno tiene su técnica a la hora de comer una galleta con relleno.
Esta vez quise probar una diferente.
Decido romper pedacitos de una de las tapas y untarlos en el mousse.
El tacto fue una charla entre lo crocante y esponjoso
Y el sabor fue dulce, nuevo y delicioso.

En la esquina nos esperaban sentados en un muro Lorena y Martin.
Ella con un montón de capas de abrigo;
Él todo lo contrario.

Algo nos hace reunir en el medio de la calle antes de continuar el camino.

"¿Cual es el magnetismo del cielo que nos hace mirar hacia arriba?" Pregunta ella.

Cada uno encuentra su respuesta en silencio cuando al mirar hacia arriba nos elevamos mientras el cielo nos envolvía. Dejando atrás techos, copas de arboles y copas de una noche que ya había muerto con el amanecer.




O.

sábado, 19 de marzo de 2011

martes, 15 de marzo de 2011

M. Bison

Nuevamente desde la inmensidad del espacio contenido en hojas y renglones de mis viejas cuadernolas de bocetos llega, propulsado por el Psycho Power, el popular Dictador de Street Fighter: M. Bison. O como también se lo conoce en Japón: Vega. Me cuesta entender como tardo en concretar una idea hasta darle final. En ese entonces fantaseaba con la posibilidad sobre que otros personajes de Capcom y SNK podrían encontrarse y tener alguna historia en común en el enfrentamiento de las compañias rivales. Una versión de Athena de KOF 2001, aparece en esta ilustración junto con Bison, como guiño al Psycho Poder que ellos dos comparten; Un vinculo que ninguna de las dos compañias desarrolló en sus respectivos juegos.

lunes, 14 de marzo de 2011

Capcom [ fan art ]

Estas ilustraciones fueron hechas en clase en el 2000;
Año donde los juegos de pelea robaban toda mi concentración.
Sobretodo los juegos de la compañía Capcom:




Final Fight 2, a mi gusto, fue superior graficamente que su predecesor.
Las apariciones en el fondo de otros personajes de la compañía eran guiños que hacían al juego mas interesante al entrelazar el universo de personajes que Capcom estaba desarrollando.

Maki
: la ninja rubia, aparecería a modo de remplazar a Guy, y agregar un personaje femenino jugable. A su derecha esta dibujado Freddie; Jefe de la segunda pantalla. Una masa de músculos animado por Guille al fondo de su escenario. Final Fight 2 debe haber sido el juego que mas veces jugué de peleas callejeras y me trae recuerdos de compartirlo con mi Viejo alguna tarde de 1995.





Captain Commando fue de esos juegos que disparo mi imaginación siendo niño.
Recuerdos de las visitas a los arcades luego de volver de la playa.
Presentaba el mismo escenario que los Final Fight solo que ahora varios años en el futuro mezclando con mucho color: Super heroes, Ninjas, Robots, Extraterrestres y Pandillas.

Aquí les dejo un par de personajes de la segunda pantalla: Ninja House. Por un lado Hanzo, un ninja que , junto a otros, ibas constantemente enfrentando camino al Jefe de la pantalla: Yamato que aparece a la derecha; Un Kabuki con la manía de partir en dos a cualquiera que lo ataque por la espalda. ( Momento que me impresionaba, con mucho agrado, de niño)




Les dejo un saludo hasta otro momento ñoño.

miércoles, 2 de marzo de 2011

El Viaje.

Antes de despedir la ciudad pasamos por un desfile que inauguraba una muestra artística.
El desfile se ve entorpecido cuando a una chica se le rompe el taco de uno de sus zapatos que elevaba toda su preciosa figura hasta caer torpemente en el suelo.
Como si pudiese leer mi pensamiento un ojo suyo lanzo una mirada macabra.
El mundo ya no lo percibía de la misma manera,
ahora cargaba con un peso que no quería ni siquiera suponer en pensamientos que era.

¿Como describir el vacío?
Algo había sido sustituido.
Toda paz fue disminuyendo a medida que mis latidos aumentaban.
Es desconcertante lo que puede llegar a decir un corazón nervioso.

Una chica que me observaba desde lejos se dirige a mi con toda dirección para depositar un mensaje:

"Te han maldito."

Ella dice muy tranquila y, al mismo tiempo,
con un poco de impaciencia por venderme la cura:

Nos lleva a un puesto, un stand de una feria.
Se especializaban en "pasta casera"; Una pasta dulce que se come sin cocción.

"Esta es la cura para tu maldición"

Vos compras un paquete de tallarines naranjas para llevar a casa,
yo me conformo con lo que probé de muestra.
Es que seamos sinceros: ¿quien no dudaría de la efectividad de tales tallarines?
Todo Encanto hecho por una modelo enfurecida no debería tomarse a la ligera.

Antes de partir encuentro, entre un grupito de niños dibujando, a una querida amiga;
Patricia estaba pintando con lapices y crayones su ultima serie.

¿Que te parecen Fede? Me pregunta orgullosa contemplándose a si misma.

Le sonrío;

Pato, no sabes como te extraño así:
toda inocente y con tu abrumadora auto confianza.
Un beso como "esos besos" y un abrazo "de esos" nos junta y nos despide.

Nos vamos, ya hubo suficiente cuidad.
Había una nueva dirección, un lugar para descansar.

Conducías una camioneta blanca desde el lado derecho; Mientras que yo en el izquierdo iba abrazado al asiento como un gato en un precipicio, dándole la espalda a toda conciencia del camino.; O por lo menos eso pretendía.
El camino era una autopista que se presentaba vacía para tu deleite; Apretás el acelerador;
Es una pista para correr, para hacer piruetas. Muy similar a las pistas de Hotwheels.

Estoy completamente asombrado de esto, seguramente debe de haber un presupuesto inmenso para llevar a cabo tales estructuras. Y con toda esta velocidad desafiar la gravedad deja de ser algo sorprendente. Lo sorprendente es la velocidad.

La velocidad, es la clave. Y cuando siento esto nos detenemos en el camino un poco antes de llegar a un puente. Y desde la ventana presenciamos una historia y esas mismas ventanas se vuelven una pantalla que encuadra una leyenda:

A un lado del puente se encuentra un hombre mapuche sentado en una roca;
Mira sin pausa ni pestañeo a una mujer mapuche que le responde con la misma serenidad.

Él esta por ella como ella por él.
Si se para ella se desvanece.
Si se para él se desvanece.
Un puente los une y un río los separa.

Desde lejos los veo a los dos irse desvaneciendo a los lados del puente.
Para reaparecer en el cielo dibujados como nubes. El hombre, ahora con un gorro y algo así como un poncho, la mujer con otra vestimenta tradicional con colores blancos como la nieve. Desde sus cabezas hay una punta que se va expandiendo hacia abajo y sus vestimentas cubren el piso y pinchan el cielo con dos formas triagulares.

Y así se transforman en dos montañas separadas por un río y unidas por un puente;
Un puente que nos había compartido un muy antiguo amor secreto.