jueves, 5 de diciembre de 2013
Volar
Tuve miedo de haber perdido, ya hace tiempo, la habilidad de volar. Creí
que por haber compartido combustible y técnica, la magia de ese secreto
se me fue borrado. Disfrute de otros medios alternativos como
deslizarme por las calles, correr a cuatro patas y también encontrar
rieles de tranvías fantasmas que me llevaban con un impulso eléctrico a
todas partes. Hoy volví a volar. Luego de estar paseando por antiguas
estructuras de edificios de mi infancia, adornados de piedras brillantes
y de tantos colores, lugares olvidados que el ojo ordinario no puede
diferenciar de una caja de cartón. Volví a esos lugares y sonreí. Me
subí a esos ascensores que amo, esos que nos llevan de arriba a abajo,
horizontal y diagonalmente, con paredes transparentes para disfrutar el
recorrido. Volví. Y cuando baje a un corredor espacioso, entre caras
conocidas y el entorno de una biblioteca de recuerdos, alguien puso
música, y volé. Volé tomando aire, volé manteniendo la altura, volé
nadando cerca de los techos. Volé, y quiero seguir volando.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)