Probablemente todo empezó con un tema de papeles.
Documentos necesarios para tener derecho de residir en un espacio del mundo.
Frente a un juez, un par de jóvenes se dan el peor beso actuado que pueda haber existido.
A pesar de eso, para ojos mas entrenados, la visión podría entenderse de otra manera;
Si, era un beso incomodo, pero con mucha atracción;
Con esa misma que hace dudar toda farsa, esa que atrae hasta en lo desagradable.
Es probable que los involucrados en ese beso todavía no lo sepan,
y quien sabe si algún día podrán saberlo.
Estas son solo mis palabras, la de un observador que a veces es una flor que visita los recipientes. No puedo interferir, no es que no quisiera, simplemente me parece mas divertido así.
Debo repetir, de todas formas, que es de los besos mas feos;
Como si nunca hubiesen besado. Quizás las familias asiáticas son mas
conservadoras, guardando estas dos jóvenes partes intactas... si, típico de un matrimonio por conveniencia.
Sus rostros estaban adornados por dedos arrugados; Ocho dedos de dos personas diferentes.
A la derecha del joven asiático un veterano de traje presionaba el rostro del chico frotándolo con el de la chica. Esta, a su vez, estaba siendo maniobrada por la mano de una veterana con ojos tan pequeños que no podría decirse si tendría alma.
Yo los conozco! Tengo que conocerlos! Que estoy haciendo ahí? Soy el juez?
Soy el beso? Que estoy haciendo ahí si no tengo voz ni acción?
El matrimonio fue el punto de partía para un viaje...
literalmente.
Volábamos en un avión que parecía ser un
Kawanishi N1K, un avión japones de la segunda guerra mundial; Desde la cabina creí estar en un transporte mas moderno mientras
sobrevolábamos el océano. Como nos fuimos tan lejos en este matrimonio? En esta cabina para dos me encontraba ocupando el asiento del
copiloto, mientras que la señora piloteaba... si a eso se le puede decir pilotear; Ella sabia maneja el avión, dudo que tan bien, pero no viene nada mal tener alguna instrucción. El paseo se vuelve bastante mas educativo cuando me muestra decenas de Buques hechos escombros que fueron participes de alguna guerra escondida; Estaban casi como derretidos, ahora eran el hogar para fantasmas y sirenas.
Desde abajo te pude sentir, ibas en otro vehículo, una lancha arrastrada por un hilo invisible entre los dos; Te escuchaba sin sonidos, te escuchaba resonando con tus palabras. Abajo estaba frió, no podía evitar preocuparme por vos. Un frió que sentía al volar tan cerca del agua. Quisiera entender porque si podemos volar volamos tan bajo;
Elevate mujer!
La piloto da un toque a la palanca y subimos un poco, solo lo suficiente como para no raspar el agua. El paisaje cambia, ella me enseña la causa de la guerra; Desde las
profundidades del océano se levantaban unos conductos de piedra verde. Las venas de la mismísima Madre Tierra estaban abiertas tras la guerra. Un manantial de agua hirviente brotaba de ellas;
Un infierno celestial. Y nosotros otra vez abajo.
¿Sera la lancha que arrastramos?
Elevate mujer!
La cosa esta que arde y todo vapor es asfixiante.
Tomo el control y nos subo donde este fresco y despejado.
El viaje, con constantes alarmas, ha sido largo.
Y en este punto de cero tolerancia, es anunciada por las gaviotas: la costa.
La ciudad se viste muy pobre;
Agotados y distraidos nos estrellamos en el techo de una choza.
El avión queda
perfectamente incrustado en un rincón del techo.
No hay mayor daño que el que hace un
sacudon con algún estornudo de polvo.
Abajo nos espera un hombre con presencia fuerte y simpática que nos invita dentro a descansar.
En un parpadeo despierto en una cama acostado con la esposa que duerme en mi hombro derecho. Y por abajo, siento unas cosquillas muy ricas.
Yo te conozco! Se como te llamas!
Me besa desnuda, desnudándome. ¿Que hace ella acá?
Su carrera en la industria pornográfica debe haber decaído.
Provoca suspiros con cada caricia y un deseo explosivo que concluye con un:
" Me tengo que ir a trabajar"
Ahora se prostituía con quien pudiera pagar su compañía;
Similar a una droga que una vez probada jamas es suficiente,
una vez basta para crear una necesidad.
Atardece. En la calle te espero.
Al encontrarte, entiendo que pasaron años cuando sentí que fueron semanas.
Te mudaste a un nuevo apartamento.
Queres hacer tiempo para que tu esposo salga de casa. Seguramente tenga alguna reunión que lo mantendrá ocupado hasta la noche.
¿Esposo? Te casaste...
Subimos por el ascensor y te propongo bajarnos antes y subir por las escaleras.
"Si, seamos precavidos y hagamos tiempo en la azotea".
Decís con ganas de fumar un cigarro.
Arriba no estábamos solos; Una familia cocinaba su cena. Los niños jugaban con agua y nosotros a las escondidas bajo una luna que nos sonríe con una grieta en la boca.