martes, 24 de enero de 2017

Zorros, Conejos y otro Montevideo.

Probablemente ayudó la brisa nocturna con perfume a albahaca. El balcón amanecía con una estructura oscura e inmensa muy similar a un trípode extraterrestre con tenáculos mecánicos. Algo se estaba preparando. Al rato sigo con el orden y veo, desde ahí mismo, algo increíble y singular: Nubes con formas de animales llenas de vida; zorros y conejos aparecían corriendo por el horizonte desde la playa hasta finalizar Pereira. El cielo se sigue dibujando con otros animales y mensajes de festejo cuando llamo a mis viejos a los gritos, pero quizás al no entender lo magnifico del momento, llegan tarde. Me hubiese gustado compartir en vez de contar. "No tenés que seguir mirando esto por mi.˝ "¿Eh? Esto me encanta˝ Respondo conflictuado mientras que el cielo pasa a ser una pantalla catastrófica cuando una nube con la densidad de una ola explota al romper provocando una tormenta.

Más tarde, y después de muchos días de encierro, tengo que dar unas vueltas antes de volver a Baires. Tomo un bondi sin conductor con destino a un lugar al que nunca fui: Un hermoso Montevideo desconocido. Saludo a Leonardo: un viejo compañero de escuela que me reconoce con una sonrisa. Bajo para disfrutar este nuevo espacio repleto de color y posibilidades. Las calles me recuerdan un poco a Villa Urquiza pero con el mar a la vuelta de la esquina. Pienso en Iara, en búsqueda de un lindo café para venir a visitar juntos. Encuentro una tienda de juguetes usados que es lo único que detiene la velocidad del paseo. Había muchas cosas interesantes y aprovecho a descansar ya que, hace mucho, los pies no estaban acostumbrados al calzado y duelen. Frente a la vidriera estaba acompañado de un padre con hijo quien se apoya en mi para arreglar su propio calzado. Es inaceptable. "Estoy cansado˝ Dice justificandose y lo reconozco. Es una cara familiar de Bellas Artes. Carezco de fraternidad frente a lo inaceptable. Continuando el recorrido me inspira un viejo punky que venia cantando. Decido, ahí mismo, cantar, bailar, y saltar... Salto. Salto muy alto. Salto tan alto que tomo un pedazo de nube que estaba rascando la azotea de un edificio. Estoy feliz, histérico. Río como un loco mientras que les muestro a cada persona en la calle mi pedazo de cielo.

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