miércoles, 22 de octubre de 2014

El parque y el cementerio.


¿Para que necesitaba cruzar el parque batlle de noche? Ademas era una noche sin estrellas donde nada reflejaba luz. No habia miedo, ya que no sentia el cuerpo, flotaba, y la mente estaba ansiosa con un poco de incertidumbre. El recorrido estaba repleto de una fauna nocturna llena de comadrejas y roedores ciegos que se alertaban si me acercaba demasiado. Evitaba los murmullos y quejidos, que de prestarles un poco mas de atencion, podria entender. No queria entender lamentos queria entender porque querria estar ahi.
Despierto de un parpadeo. El cielo brilla de azules. Estaba arriba, en las calles de azoteas, la planta alta del barrio. Tengo que reunir fuerzas como para escalar como antes. Cuando sorteaba rejas, caminaba por caños y estrechas estructuras. Como cuando iba a visitar a mi amiga a la hora de su almuerzo y ella escapaba de estar tanto tiempo adentro. Hay que invocar esa fuerza. Tengo que llegar al cementerio de las azoteas. Por suerte recien amanece y el cemento todavia no calienta aunque ya se siente el perfume de la tierra turbia y agua estancada. Mientras que sigo escalando esa ciudad de nichos mortuorios de marmol y cemento me preocupaba volver a casa con olor a flores de cementerio. ¿A quien le iba a importar? Todavia no sabia a donde iba a volver.
Ya estoy cansado. Estoy por caer. ¿Y si caigo y me muero entre muertos? ¿No era esto un atajo? Respiro. Recuerdo que puedo respirar. Y que si me falta aire solo tengo que tomarlo. Calma, ya estoy llegando. Falta un par de tumbas mas. Levanto la vista y escucho ese murmullo matutino de gente que amanece, aun ya despierta hace rato. El viento trajo esos sonidos. Y ya en el ultimo esfuerzo aparece una mano. Y otras mas vienen a la ayuda. Estabamos al borde de todas las cosas en el amanecer de un gran dia. "Hola, te esperabamos."

El retorno del Mendigo

"Fue así porque se había alargado; Te hacia mal; Como a mi decirte adiós."

Me tome un poco de tiempo para empezar a hacerme cargo de las cosas.
Reencontrarme y juntar los elementos que precisaba para poder decir, entre tantas cosas, adiós.


jueves, 16 de octubre de 2014

Ruth de Raiz

En ese entonces se cubría con una capa roja que manchaba a quien tuviera cerca. Todavía se escucha en la noche sus delirios con su risa aguda de hiena cuando alardeaba burlonamente que le gustaba Chopper.